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El deporte es una herramienta poderosa para alcanzar a los jóvenes, en nuestro ministerio especialmente aquellos que están en riesgo de caer en ambientes negativos. A través del deporte, se creamos un espacio saludable, estructurado y atractivo donde los jóvenes pueden desarrollar disciplina, trabajo en equipo y perseverancia. Creemos que estas cualidades no solo fortalecen su carácter, sino que también abren puertas para compartirles el mensaje transformador de Cristo. Muchas veces, los jóvenes que están expuestos a la violencia, las drogas o la falta de dirección, encuentran en el deporte una válvula de escape, un propósito y una comunidad que los valora. Al combinar actividades deportivas con principios cristianos, se logra no solo impactar su cuerpo y mente, sino también su espíritu. La cancha, los partidos se convierten en oportunidades para enseñar valores como el respeto, la humildad y la obediencia, y para hablarles del amor de Dios de una forma natural y relevante para ellos. El deporte rompe barreras sociales y culturales, y crea vínculos de confianza que muchas veces no se logran en otros contextos. Por eso, nosotros como ministerio lo utilizamos como una estrategia efectiva para llegar a jóvenes que no asistirían a una iglesia, pero sí a un torneo o una práctica. Una vez que se sienten aceptados y valorados, están más dispuestos a escuchar el evangelio y a abrir su corazón a Cristo. En resumen, el deporte no solo es una actividad recreativa, sino una herramienta misionera poderosa que puede transformar vidas, sacar a los jóvenes de las calles y guiarlos hacia un futuro con propósito en Cristo.